viernes, agosto 07, 2009

INFIERNO

El portazo que dio al salir de la casa, le hizo recobrar el conocimiento. No sabia cuanto tiempo llevaba tendida en el suelo. Se levantó como pudo. El cuerpo le dolía mucho, pero nada comparado con el dolor que sentía en el alma. Llegó casi a rastras al cuarto de baño y se miró en el espejo. Tenía la cara hinchada, y un reguero de sangre le manaba de la cabeza…

 


Se habían casado diez años atrás, cuando ella apenas acababa de cumplir los veinte, con toda la ilusión que da la juventud, y perdidamente enamorada de aquel hombre, tan amable y atento con ella. Nunca hubiera imaginado el infierno que le esperaba.

Aún recordaba el primer golpe… 


Se había comprado un vestido rojo muy atrevido. Hacían dos meses de casados y quería estar guapa para él. Preparó una cena con velas. Estaba tan impaciente por que llegara, que cuando oyó el cascabeleo de las llaves abriendo la puerta, salió corriendo hacia él…pero una sonora bofetada la frenó en seco. Nunca más volvió a ponerse aquel vestido.

Luego llegaron las palizas… 


Si la saludaba algún vecino, o incluso, si alguien la miraba por la calle, él descargaba toda su ira sobre ella, golpeándola hasta cansarse. Hacía tiempo que no salía de casa por prohibición expresa de aquel hombre, pero aún así, las palizas seguían sucediéndose.
No tenían hijos, aunque había quedado embarazada varias veces. Los continuos golpes se encargaban de arrancárselos, pero tal vez fuera mejor así.


Llevaba diez largos años en aquel infierno, y no sabía cuánto más iba a poder resistirlo…

Se limpió la sangre de la cara y decidió echarse en la cama. Últimamente pasaba mucho tiempo en ella, compartiendo sus lágrimas con la almohada. 


Le costaba respirar. Seguramente le habría vuelto a romper las costillas. Se tendió e intentó dormir. Se sentía cansada. Cerró los ojos, y poco a poco, una profunda paz la fue inundando por completo. Ya apenas le dolía el cuerpo. Se fue quedando dormida, hasta que al fin… dejó de respirar.
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martes, agosto 04, 2009

EL VIGILANTE NOCTURNO

Todo sucedió cuando empecé a trabajar en aquella empresa de seguridad. No era el trabajo de mis sueños, pero de algo tenía que comer hasta que la vida me brindara alguna oportunidad mejor.





Mi primer servicio fue en el mortuorio del Hospital Provincial. Era un servicio provisional, que la empresa mantendría, hasta pillar al tarado que se estaba dedicando a ultrajar cadáveres. Nunca he sido miedosa, pero he de reconocer que aquello me daba un poco de grima.


Llegué temprano. Me quité la ropa, y me puse el uniforme. Al salir del vestuario, vi una figura que avanzaba hacia mí por el oscuro pasillo. Al principio me asusté un poco, pero en seguida me di cuenta de que era mi compañero. Saber que tendría un compañero de turno me alivió bastante. Aquello me daba escalofríos.


Se llevó la mano a la cabeza...
- Tengo un dolor terrible-dijo- Esto de los turnos de noche…Hace días que no descanso bien…

La noche fue tranquila. Rondas, cafés, charlas, más rondas…
Ya empezaba a amanecer. Miré la hora en el reloj que había en la pared. Diez minutos para terminar el turno…

- Anda vete a casa, ya me quedo yo dando la última ronda- le dije al ver que no dejaba de llevarse la mano a la cabeza con insistentes gestos de dolor.
- Te debo una- me dijo mientras se dirigía hacia los vestuarios.
Me quedé mirándolo hasta que desapareció por la puerta. Tenía un culo que era digno de mirar…


La celadora me sobresaltó al entrar con una camilla, en la que transportaba un bulto sanguinolento cubierto por una sábana.

- Una pena... Lo encontraron este mañana, empotrado contra un árbol. Llevaba allí toda la noche. Dicen que, al parecer, se quedó dormido al volante cuando venía trabajar. Es lo malo de los turnos de noche…

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Me acerqué a la camilla y retiré la sábana con las manos temblorosas. Los ojos se me salieron de las órbitas...¡¡¡Era él, y tenía la cabeza reventada como una sandía!!!

Fue justo en ese momento, cuando sentí que el corazón y el cerebro me estallaban a la par…Después, la oscuridad más absoluta…


Nunca logré recuperarme. Desde aquel día me encuentro descansando aquí… bajo la fría y húmeda tierra del cementerio…

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domingo, agosto 02, 2009

MAR PROFUNDA


Estaba en la cocina cuando sonó el teléfono. Entró apresuradamente al comedor, corriendo como una colegiala, suplicando por que fuera ÉL. “Número desconocido”, decía la pantallita. Descolgó el auricular:
- ¿Mar?- preguntó una voz masculina al otro lado de la línea telefónica.

Le dio un vuelco el corazón. Era la llamada que tanto esperaba. Desde que habían estado juntos la última vez, los días se le hacían interminables. 



No sabía nada de él, ni le importaba. Solo quería que le apagara aquel fuego que sentía en sus entrañas…

- Si…dime.
- Estoy en la ciudad. ¿Quieres que nos veamos?
- Estaría bien- le contesto con fingida despreocupación… No quería, bajo ningún concepto, que aquel hombre supiera la desesperación que le hacía sentir.

Mar tenía ojos azules y cabello largo y oscuro, y era lo suficientemente atractiva como para tener al hombre que ella quisiera. Pero solo lo deseaba a él…

Subió a su coche y se encaminó hacia la pequeña casita en las afueras de la ciudad, de la que él le había entregado una llave, y que ella guardaba como un tesoro.

Entró en la habitación con el corazón a mil, pero no vio a nadie...
De pronto alguien la empujó contra la pared. Al principio se asustó, pero enseguida reconoció su olor.
Las manos de aquel hombre jugueteaban con sus pechos por encima del vestido, y sentía su aliento agitado en la nuca. Luego una mano entre sus piernas  la acariciaba por encima de su minúscula braguita que ya tenía empapada, mientras apretaba su cuerpo contra el de ella haciéndola notar toda su virilidad en sus nalgas.
- Desnúdate- le dijo, mientras él también se desvestía.
Ella obedeció, y acto seguido se tendió en la cama.

La besó con furia. Le mordió los labios, el cuello. Bajó  hasta sus pezones… Un ligero roce con la lengua. Y siguió bajando hasta llegar a su sexo. De su garganta se escapó un gemido.
Se retorcía, jadeaba…y un bestial orgasmo le sacudió el cuerpo, describiendo en su espalda un arco casi imposible...

Deseaba su sexo. Lo acarició con un suave movimiento de vaivén, y lo saboreó como el más delicioso de los manjares. El hombre gruñía, y ella se afanaba en hacerlo disfrutar.
 Se moría de ganas de sentirlo dentro. Su vientre ardía. Se arrodilló en la cama y se inclinó hacia delante, ofreciéndose a  aquel hombre que la volvía loca.

La embestida fue tan brutal, que la hizo gritar. Clavó sus uñas en las sabanas, se retorció, gritó…gritó como una posesa, y acto seguido, sintió como el hombre la inundaba por dentro.
Se durmieron abrazados y exhaustos. A la mañana siguiente, cuando Mar despertó, él ya se había marchado…
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viernes, julio 31, 2009

SORPRESA...!!!

Fue recuperando la consciencia poco a poco…

Abrió los ojos, pero no consiguió ver nada. 








Reparó en que algo se los tapaba. Tampoco oía nada. Empezó a asustarse… No sabía dónde estaba, ni como había llegado allí. 

Quería gritar, pedir ayuda, pero también estaba amordazada. Solo consiguió emitir un leve sonido, que apenas atravesó el grueso pañuelo que le tapaba la boca. Le dolían los hombros e intentó bajar los brazos, pero una gruesa soga que le unía sus muñecas a los barrotes de la cama, se lo impedía…


No lograba recordar…Buscó en su mente algo que le diera sentido a aquella situación, pero no encontró nada. 


Le pareció oír algo…Aguzó su oído, para lograr identificarlo. Parecía una respiración, que cada vez notaba más cerca…Pensó que podía ser algún animal y le entró el pánico, solo de pensar que podía devorarla viva. 


Comenzó a retorcerse intentando zafarse de aquella soga que la ataba firmemente a la cama. Notó algo frío en el cuello, un cuchillo quizás…a la vez que la liberaban del pañuelo que le tapaba la boca:
- Por favor, no me haga daño- dijo casi en un susurro…




El hecho de que no pudiera ver la angustiaba, pensando que, en cualquier momento, sentiría el frío acero atravesándole el cuerpo. De pronto notó como el cuchillo se deslizaba hacia abajo, cortándole la ropa y dejando todo su cuerpo al descubierto. Unas manos comenzaron a tocarla suavemente…dejando paso a una lengua que la recorría de arriba abajo. 



La desconcertó que aquello le gustara. La extraña mezcla de miedo, incertidumbre y placer, la volvía loca de deseo…Aquellas manos les separaron las piernas, a lo que ella no puso ninguna resistencia, dejando vía libre a aquel miembro, que entró dentro de ella de una fuerte y profunda embestida…Era el mejor orgasmo que había tenido hasta entonces, con diferencia.



Con los ojos tapados todavía y jadeante aun, oyó una melodía de móvil que le resultaba conocida. Una voz aún más familiar, contestó a la llamada:


- Hola, nena. Mamá y yo estamos de camino. En diez minutos pasamos a recogerte…


- ¿Carlos…?- preguntó totalmente confundida…
- Hola cariño…- le dijo el hombre mientras la desataba- ¿Ves como aun puedo sorprenderte…?
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jueves, julio 30, 2009

ETERNAMENTE

El sonido de las llaves en la cerradura, me saca de mi sopor. Debo llevar horas esperándote, pero al fin has llegado. Te observo desde la penumbra de la habitación, como una espía… Vienes empapado, fuera llueve. Tu camisa blanca y tus vaqueros mojados por la lluvia, se pegan a tu cuerpo… 

Lo primero que haces es sacarte los mojados zapatos y los ejecutivos. Siempre me gustó verte caminar descalzo…

Te diriges hacia el baño, seguramente a quitarte la ropa mojada…Sales vestido solo con la ropa interior, secándote el cabello con una toalla. Mis ojos te recorren centímetro a centímetro…

Entras en el dormitorio. Una suerte que no hayas encendido la luz…No quiero que me descubras antes de tiempo…dejaría de ser una sorpresa…

Te colocas un pantalón de chándal gris y una camiseta blanca, de manga corta. 

Estoy tan cerca de ti, que me resulta casi inexplicable que no notes mi presencia…
Sales de la estancia. Mis ojos se posan en tu espalda y van bajando por tus nalgas, y por tus piernas… Sigues descalzo…

Te sirves una copa y te sientas en el sofá...ese sofá que tantos momentos de pasión ha vivido… Enciendes la tele y te recuestas entre los cojines. Pareces relajado…No sé cómo puedes tener la conciencia tranquila…

Llega el momento de sorprenderte…Siempre te gustaron las sorpresas…

En cualquier otra circunstancia, el corazón me iría a mil, pero ya no…tú te encargaste de que dejara de hacerlo…Tú y tus malditos celos…

”O para mí o para nadie”, dijiste…
Me acerco al sofá, sigilosamente. Tú casi dormitas, ajeno a la gran sorpresa…
Me coloco delante de ti… y es cuando tus ojos se desorbitan…Un grito de pánico se escapa de tu garganta…Tu rostro lividece…El terror dilata al máximo tus pupilas…
Ya sé que no tengo buen aspecto, sobre todo porque me abriste el cuello en canal…pero solo soy tu obra maestra…
”O para mí o para nadie”, dijiste…Así que soy para ti…Y contigo estaré… Eternamente…

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miércoles, julio 29, 2009

MEMORIAS DE UNA GEISHA

Pronto sería nuestro aniversario. Quince años de años de casados ya!!

Aun recuerdo lo emocionante que fue nuestro primer aniversario. Estuvimos un fin de semana en un hotelito de lo más coqueto en la sierra. Ni que decir tiene, que nos pasamos todo el “finde” en la cama, y no por un constipado precisamente…

En el segundo, fuimos a cenar a un restaurante de lujo: marisco, cava…Claro que después, estuvimos el resto del mes comiendo arroz blanco y pan de tres días…Ese fue el último que celebramos fuera.

En los sucesivos,  pedir al Telepizza, era suficiente celebración para mi “amorcito”. Así que me propuse que este sería distinto…

Comencé con los preparativos, dos semanas antes. Me compré el disfraz, el maquillaje, velas, aceites aromáticos, e incluso, un libro y un DVD, de las artes amatorias de estas mujeres.
Tenía quince días para convertirme en toda una GEISHA.


Y por fin llego el día…
Aun tenía una hora hasta que llegara del trabajo, así que, me duché y  comencé a preparar el escenario de nuestra fantasía…Velas, delicados perfumes, música oriental…

Después de recogerme el cabello en un moño, imité (como pude) el maquillaje de estas mujeres: tez blanca, labios rrrrrrrrrrojossssss (bien marcados), e intenté darle un aspecto oriental a mis ojos, trazando una larga línea negra en el párpado, que más que una oriental, parecía Amy Winehouse con una de sus coloquetas …

Mi “queridísimo” llegó cuando estaba terminando de ponerme mi kimono azul. Desde el baño, le dije que me esperara en el dormitorio, y que no encendiera la luz, ya que había dejado prendidas las velas para que todo fuera más romántico. …

Me calce los zuecos de madera y salí del baño. Entré en el dormitorio muy metida en mi papel, esperando ver su cara de sorpresa.

Fue entonces cuando el amor de mis amores, en un arranque de romanticismo, me dijo: “¡¡¡Coño, el payaso de Micolor!!!”, mientras estallaba en una carcajada…
Intenté no salirme de mi papel de dulce y sumisa, así que hice como si no le hubiera oído, aunque en mi interior ya me estaba acordando de la madre que lo parió.

Con la mano le indiqué que me siguiera al cuarto de baño, donde le había preparado un baño relajante. Yo iba delante de él, intentando imitar el delicado caminar de las geishas, con sus cortos y acelerados pasos. Él me seguía, imitándome,  la vez que iba diciendo: “No puedorrr…No puedorrr…” Que otra cosa no, pero sentido del humor tiene un rato…

De nuevo hice oídos sordos, y continué con mi dulce sonrisa en el rostro, mientras que en mi interior, ya no solo me acordaba de la madre que lo parió, si no, de toda su generación entera…

Lo desvestí y se sumergió en el agua tibia y perfumada de la bañera. Cuando terminé de bañarlo, lo sequé dulcemente con una suave toalla, y pasamos al dormitorio para proporcionarle un sensual masaje con aceites aromáticos.

Le pedí que se tendiera en la cama. Empecé por sus pies, luego sus piernas, y luego continué con su espalda. Mientras le hacía mi sensual masaje, la música oriental sonaba. Podía distinguir perfectamente el sonido de cada instrumento…

De pronto, me pareció oír un sonido, que estaba segura de que no provenía de la hermosa canción, pero que me resultaba tremendamente familiar...

Miré a mi media naranja…que estaba dulcemente dormido, y comenzaba a roncar…
Así que, apagué el equipo de música, me quité el kimono, me desmaquillé, y llamé a Telepizza…
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