domingo, agosto 02, 2009

MAR PROFUNDA


Estaba en la cocina cuando sonó el teléfono. Entró apresuradamente al comedor, corriendo como una colegiala, suplicando por que fuera ÉL. “Número desconocido”, decía la pantallita. Descolgó el auricular:
- ¿Mar?- preguntó una voz masculina al otro lado de la línea telefónica.

Le dio un vuelco el corazón. Era la llamada que tanto esperaba. Desde que habían estado juntos la última vez, los días se le hacían interminables. 



No sabía nada de él, ni le importaba. Solo quería que le apagara aquel fuego que sentía en sus entrañas…

- Si…dime.
- Estoy en la ciudad. ¿Quieres que nos veamos?
- Estaría bien- le contesto con fingida despreocupación… No quería, bajo ningún concepto, que aquel hombre supiera la desesperación que le hacía sentir.

Mar tenía ojos azules y cabello largo y oscuro, y era lo suficientemente atractiva como para tener al hombre que ella quisiera. Pero solo lo deseaba a él…

Subió a su coche y se encaminó hacia la pequeña casita en las afueras de la ciudad, de la que él le había entregado una llave, y que ella guardaba como un tesoro.

Entró en la habitación con el corazón a mil, pero no vio a nadie...
De pronto alguien la empujó contra la pared. Al principio se asustó, pero enseguida reconoció su olor.
Las manos de aquel hombre jugueteaban con sus pechos por encima del vestido, y sentía su aliento agitado en la nuca. Luego una mano entre sus piernas  la acariciaba por encima de su minúscula braguita que ya tenía empapada, mientras apretaba su cuerpo contra el de ella haciéndola notar toda su virilidad en sus nalgas.
- Desnúdate- le dijo, mientras él también se desvestía.
Ella obedeció, y acto seguido se tendió en la cama.

La besó con furia. Le mordió los labios, el cuello. Bajó  hasta sus pezones… Un ligero roce con la lengua. Y siguió bajando hasta llegar a su sexo. De su garganta se escapó un gemido.
Se retorcía, jadeaba…y un bestial orgasmo le sacudió el cuerpo, describiendo en su espalda un arco casi imposible...

Deseaba su sexo. Lo acarició con un suave movimiento de vaivén, y lo saboreó como el más delicioso de los manjares. El hombre gruñía, y ella se afanaba en hacerlo disfrutar.
 Se moría de ganas de sentirlo dentro. Su vientre ardía. Se arrodilló en la cama y se inclinó hacia delante, ofreciéndose a  aquel hombre que la volvía loca.

La embestida fue tan brutal, que la hizo gritar. Clavó sus uñas en las sabanas, se retorció, gritó…gritó como una posesa, y acto seguido, sintió como el hombre la inundaba por dentro.
Se durmieron abrazados y exhaustos. A la mañana siguiente, cuando Mar despertó, él ya se había marchado…

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