miércoles, julio 29, 2009

MEMORIAS DE UNA GEISHA

Pronto sería nuestro aniversario. Quince años de años de casados ya!!

Aun recuerdo lo emocionante que fue nuestro primer aniversario. Estuvimos un fin de semana en un hotelito de lo más coqueto en la sierra. Ni que decir tiene, que nos pasamos todo el “finde” en la cama, y no por un constipado precisamente…

En el segundo, fuimos a cenar a un restaurante de lujo: marisco, cava…Claro que después, estuvimos el resto del mes comiendo arroz blanco y pan de tres días…Ese fue el último que celebramos fuera.

En los sucesivos,  pedir al Telepizza, era suficiente celebración para mi “amorcito”. Así que me propuse que este sería distinto…

Comencé con los preparativos, dos semanas antes. Me compré el disfraz, el maquillaje, velas, aceites aromáticos, e incluso, un libro y un DVD, de las artes amatorias de estas mujeres.
Tenía quince días para convertirme en toda una GEISHA.


Y por fin llego el día…
Aun tenía una hora hasta que llegara del trabajo, así que, me duché y  comencé a preparar el escenario de nuestra fantasía…Velas, delicados perfumes, música oriental…

Después de recogerme el cabello en un moño, imité (como pude) el maquillaje de estas mujeres: tez blanca, labios rrrrrrrrrrojossssss (bien marcados), e intenté darle un aspecto oriental a mis ojos, trazando una larga línea negra en el párpado, que más que una oriental, parecía Amy Winehouse con una de sus coloquetas …

Mi “queridísimo” llegó cuando estaba terminando de ponerme mi kimono azul. Desde el baño, le dije que me esperara en el dormitorio, y que no encendiera la luz, ya que había dejado prendidas las velas para que todo fuera más romántico. …

Me calce los zuecos de madera y salí del baño. Entré en el dormitorio muy metida en mi papel, esperando ver su cara de sorpresa.

Fue entonces cuando el amor de mis amores, en un arranque de romanticismo, me dijo: “¡¡¡Coño, el payaso de Micolor!!!”, mientras estallaba en una carcajada…
Intenté no salirme de mi papel de dulce y sumisa, así que hice como si no le hubiera oído, aunque en mi interior ya me estaba acordando de la madre que lo parió.

Con la mano le indiqué que me siguiera al cuarto de baño, donde le había preparado un baño relajante. Yo iba delante de él, intentando imitar el delicado caminar de las geishas, con sus cortos y acelerados pasos. Él me seguía, imitándome,  la vez que iba diciendo: “No puedorrr…No puedorrr…” Que otra cosa no, pero sentido del humor tiene un rato…

De nuevo hice oídos sordos, y continué con mi dulce sonrisa en el rostro, mientras que en mi interior, ya no solo me acordaba de la madre que lo parió, si no, de toda su generación entera…

Lo desvestí y se sumergió en el agua tibia y perfumada de la bañera. Cuando terminé de bañarlo, lo sequé dulcemente con una suave toalla, y pasamos al dormitorio para proporcionarle un sensual masaje con aceites aromáticos.

Le pedí que se tendiera en la cama. Empecé por sus pies, luego sus piernas, y luego continué con su espalda. Mientras le hacía mi sensual masaje, la música oriental sonaba. Podía distinguir perfectamente el sonido de cada instrumento…

De pronto, me pareció oír un sonido, que estaba segura de que no provenía de la hermosa canción, pero que me resultaba tremendamente familiar...

Miré a mi media naranja…que estaba dulcemente dormido, y comenzaba a roncar…
Así que, apagué el equipo de música, me quité el kimono, me desmaquillé, y llamé a Telepizza…

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